24 ago 2006
Salíamos aun de noche, con las cañas atadas al costado del Sinca 1000, el seiscientos, o el dos caballos, y la “miñoquera” llena de “miñocas” vivas, guardadas, con todo el mimo, en la misma tierra que les sirve de casa y alimento. Era la más habitual de las carnadas usadas para pescar la sabrosa, jugosa, digestiva, y hasta dietéticas, genuina “reina de las charchas”, que los habitantes de los pueblos que, en la actualidad, forman la mancomunidad Tajo-Salor, han aprendido a conocer desde pequeños: La tenca.
Mi padre tenía su propio "burro", nombre dado a la caja de madera con patas, en cuyo interior se preparaba un asiento, y que permitía a los pescadores de las charcas adentrarse en el agua, para permanecer durante horas pescando.
En mi pueblo era rara la familia en la que no hubiera pescador alguno, y en su defecto nunca faltaba algún vecino, con excedentes de estos exquisitos peces, que te los proporcionara. En cualquier caso, a fin de temporada, y cumplido su ciclo biológico se echaba la red, y se pescaban los ejemplares adultos, habiendo tencas para todos los del pueblo, por unos precios en nada parecidos a los que se encuentran en la actualidad, en los grandes hipermercados de nuestras ciudades.
Yo, como tantos niños, pescaba desde alguno de los múltiples y cotizados "puestos" de la orilla, con mi propia caña, mientras el amanecer, teñía el pinar de un refrescante verde, en medio de "la era", alborotando a los pájaros, y despertando a las perezosas tencas, que acudían inocentes al señuelo de nuestros anzuelos.
Con la "costera" llena, a media mañana, regresábamos, y ese día había tencas fritas para comer. Y como entonces todos conocían el simple, y fundamental secreto de una buena tenca, que consiste en eliminar la babilla que las hace resbaladizas lavándolas con sal y vinagre, todos éramos expertos degustadores de tencas, y adiestrados apartadores de espinas, cuya abundancia, se conocía popularmente, como el motivo y origen de su sabroso e incomparable gusto.
Pero su usted ha estado privándose de paladear este delicioso manjar, porque no sabe prepararlo, está de suerte, porque cada año, la mancomunidad Tajo-Salor festeja, por estas fechas, "el día de la tenca", fiesta declarada de Interés Turístico Gastronómico de Extremadura, y que rota anualmente por los municipios que la forman, entre ellos Aliseda, Arrollo de la Luz, Brozas, Casar de Cáceres, Garrovillas, Malpartida de Cáceres, Navas del Madroño, y Villa del Rey, y que este año festejará su XVIII aniversario, el próximo sábado 26 de agosto, en "el Casar", donde está previsto la degustación de 2000 Kilos de tencas, esperándose una afluencia de 15.000 visitantes que, por primera vez, también podrán llevarse a casa las riquísimas tencas envasadas al vacío.
Y recuerde que si hasta ahora comer tencas era un privilegio de los lugareños, y su cultivo en explotación extensiva ha permanecido invariable en las más famosas charcas de la región ( las de Brozas y Casar de Cáceres) durante tres siglos, la creciente demanda Europea de este producto, ha propiciado el futuro desarrollo de proyectos de Investigación en Acuicultura, en la zona, que con todas seguridad multiplicaran la producción de estos sabrosos peces, y estoy segura que desembocando en nuevas formas de comercialización (fileteadas, pre-cocinadas, enlatadas en escabeche, ahumadas... ect), que acerquen las apetitosas tencas de nuestras charcas, hasta aquellos hogares, donde nunca ha dormido una caña, ni una costera, ni un cañero, ni un bote con "miñocas".
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