miércoles, junio 27, 2007

Mujeres del siglo XXI

El periódico Extremadura

Extremadura al día

A pesar de que las mujeres españolas acaban sus estudios con mejores notas que los hombres, a la hora de su integración laboral se sigue encontrando con graves dificultades.


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26/06/2007 El día 16 tomó posesión de su cargo de alcaldesa de la ciudad de Cáceres Carmen Heras , una fecha histórica por ser la primera vez que una mujer accede a la Alcaldía en la ciudad, y lo hizo respaldada por una candidatura paritaria y para conformar un ayuntamiento con una presencia significativa de mujeres. Es el resultado de aplicar la nueva Ley de Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres, que obliga a los partidos a presentar candidaturas en las que la cuota de cada sexo no pueda exceder del 60% ni ser inferior al 40%.


Hasta el mismo día 27, fecha de las últimas elecciones, en las que aproximadamente 7.000 nuevas concejalas se incorporaron a los ayuntamientos, alcanzando un total de 26.464 (más de un 40%), colocándonos a la altura de Suecia (41,60%) y por encima de Noruega (34,10%), solo una cuarta parte de los ediles eran mujeres y sólo uno de cada 10 alcaldes (12,5%) lo eran.
En España, donde la dictadura prolongó la situación de inferioridad legal de la mujer y la separación entre chicos y chicas durante su etapa educativa hasta hace sólo tres décadas, hoy se matriculan muchas más mujeres que hombres en la universidad, y seis de cada 10 titulados universitarios son mujeres.


Aquí como en todos los países desarrollados la integración de la mujer afecta a todos los aspectos, también el número de mujeres en la red ya sobrepasa al número de hombres y además es la población femenina la que navega con más frecuencia, según un estudio realizado por el Centro para el Futuro Digital de la Universidad de California del Sur, referido a la población de los Estados Unidos, a partir de los tres años de edad.


Sin embargo, no es oro todo lo que reluce , y como ejemplo vemos que a pesar de que las mujeres españolas acaban sus estudios con mejores notas que los hombres, a la hora de su integración laboral se sigue encontrando con graves dificultades, estimándose que, a diferencia de otros países europeos, el salario medio femenino es un 19% menor al masculino.


En los países occidentales podemos presumir, sin lugar a dudas, de una situación de igualdad legal, pero ni mucho menos, de haber erradicado la discriminación de nuestras vidas.


EL PANORAMA se complica más si tenemos en cuenta que La mayoría de los 1.500 millones de personas que viven con 1 dólar o menos al día son mujeres , y que la brecha que separa a hombres y a mujeres, atrapados en la pobreza, ha seguido creciendo en los últimos diez años, de manera que en todo el mundo las mujeres ganan de media el 50% que los hombres. Es lo que llamamos la feminización de la pobreza , un fenómeno reconocido en la Conferencia de Beijing, y que vincula ciertos aspectos de la pobreza al género. Siempre un escalón por debajo del hombre, la mujer continúa en pleno siglo XXI padeciendo una situación legal prácticamente de esclavitud, que la limita en sus libertades en muchos países, y no en pocos carece de acceso adecuado a la educación.


Los asesinatos por violencia de género no son más que una forma de expresión de los tradicionales crímenes de honor, practicados habitualmente en países de corte machista, mientras que en otros la lapidación por adulterio está recogida incluso en el código penal. ¿Y cómo llamarle a la mayor aberración que cada año padecen miles de niñas y adolescentes, sometidas a la terrible mutilación genital conocida como ablación del clítoris?


Pero la lista continúa porque en los países pobres son numerosas las mujeres que mueren en infrahumanas condiciones, víctimas de rudimentarios partos, y del sida. Y hoy por hoy todavía se utiliza la violación de mujeres como parte de la estrategia bélica de los pueblos invasores sobre los invadidos.


Mujeres oprimidas a las que el Protocolo a la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos sobre los Derechos de la Mujer en Africa , --ratificado inicialmente por Benin, Cabo Verde, Comoros, Djibouti, Gambia, Lesoto, Libia, Malawi, Mali, Mauritania, Mozambique, Namibia, Nigeria, Ruanda, Senegal, Sudáfrica y Togo-- tiende una mano estableciendo, por vez primera internacionalmente, el derecho al aborto médico, en caso de que el embarazo sea consecuencia de una violación o de una relación incestuosa, o cuando la continuación del embarazo ponga en peligro la salud o la vida de la madre, y reivindicando explícitamente la prohibición legal de la mutilación genital femenina. Mujeres también, aunque parezca mentira, del siglo XXI.

MILAGROSA Carrero

sábado, junio 16, 2007

La razón del más violento

El Periódico Extremadura 16/06/2007


Las guerras son como las infecciones, difíciles de aislar. Tanto que en los cuatro años posteriores al 11-S ha habido al menos diez mil actos terroristas con 37.000 heridos y 18.000 muertos.


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Extremadura al día
14/06/2007

Socialdemocracia.org

El riesgo de acabar rigiéndonos por la ley de la selva será más próximo cada vez que se imponga la razón del más violento

He leído en la prensa que cuatro mezquitas suníes acaban de ser atacadas en respuesta a la destrucción de dos minaretes chiíes, que Hamás ha volado un túnel situado debajo de un cuartel de las fuerzas de seguridad de Al Fatah matando a varias personas, que al menos diez personas han muerto tras una enorme explosión sucedida cerca de una playa en el centro de Beirut, que la bebé de seis meses que el pasado domingo ingresó en el hospital Sant Joan de Déu de Barcelona tras ser presuntamente maltratado deberá ser operada de una fractura en el parietal izquierdo, y que tres menores de entre 14 y 15 años han sido detenidos en Valencia por su supuesta implicación en una pelea registrada junto a un instituto de Secundaria, en la que resultó herido de gravedad, por puñalada, otro chico de 16, ingresado con pronóstico reservado en el hospital La Fe.


La lista continúa y ya son 53 las mujeres asesinadas en nuestro país por violencia de género.


En medio de las grandes urbes, de la impresionante tecnología que hemos llegado a dominar, y del vertiginoso desarrollo de las nuevas tecnologías, la violencia sigue siendo el método de imposición más utilizado.


En los últimos años hemos visto como los conflictos bélicos asolaban Africa y el desastre de la guerra ha azotado a Angola, Burundi, el Chad, Congo, Liberia, la República Democrática del Congo (antes Zaire), Ruanda, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Costa de Marfil, Kenia, Nigeria y Uganda.


TANTO EN los países africanos como en Oriente Medio, otra zona terriblemente castigada por la violencia, la principal causa de conflictos son los intereses económicos, especialmente el control sobre el petróleo, no en vano las reservas petroleras de Irak son las segundas más grandes del planeta después de las de Arabia Saudita.


Porque cuando se trata de mantener el control sobre las materias primas, o mantener los precios, el Gobierno de Estados Unidos no ha tenido inconveniente en ofrecer apoyo a dictaduras como Arabia Saudita, Indonesia, Zaire; luchar contra democracias como en Chile y Nicaragua; o inventarse los pretextos más pintorescos para justificar una guerra como la de Irak.


Pero las guerras son como las infecciones, difíciles de aislar, y así en los cuatro años posteriores al 11-S ha habido al menos diez mil actos terroristas con 37.000 heridos y 18.000 muertos.


Cinco mil años de historia nos han servido para disponer de las armas más destructivas y los escudos antimisiles más sofisticados, pero no para desterrar de nuestra caja de herramientas la más obsoleta de todas, la violencia, una conducta que no siendo nueva, ni mucho menos, llama poderosamente nuestra atención por el contraste con nuestro mundo desarrollado.


Y mientras los padres maltratan a los hijos con el pretexto de educarlos, los hombres usan la violencia contra las mujeres con la intención de ejercer sobre ellas su control, los adolescentes acosan a los compañeros que no se ajustan al patrón establecido por el grupo, y los países poderosos invaden a los débiles generando conflictos que los justifiquen, hay quien no ve bien que nuestro sistema educativo incorpore, con carácter obligatorio, una nueva asignatura que trate de educar a los niños y adolescentes en el ejercicio de sus derechos y de sus libertades, enseñándole valores democráticos, derechos humanos, tolerancia, solidaridad y conservación de la naturaleza.


Entre educar en el respeto, la pluralidad, y el diálogo, como método de resolución de conflictos, o dejar que nos invada un modelo de sociedad que basa su sistema de relaciones en el uso de la violencia, y que hace del uso de las armas un derecho constitucional, yo francamente me inclino por lo primero.


De no lograr que prevalezca nuestro sistema de valores, mal asunto para los niños, para los pobres, para las mujeres, para los viejos, para los débiles y en general para los diferentes, porque el riesgo de acabar rigiéndonos por la ley de la selva será más próximo cada vez que se imponga la razón del más violento.

Milagrosa Carrero
*Profesora

martes, junio 12, 2007

Entre la frustración y el miedo



"La culpa es de Zapatero". Culpar al Presidente del Gobierno del fin de la tregua siempre es más práctico que culpar a ETA, por razones evidentes, y sobre todo, porque hemos comprobado que a Zapatero se le puede zaherir, difamar, e insultar tranquilamente sin que tome represalias. Bien claro lo han tenido los políticos de la oposición, tras tres años, sin un segundo de "tregua", en sus continuas agresiones verbales contra él. Pero lo más curioso es que esta "ocurrencia" de echar la culpa al gobierno, sobre la decisión de ETA de acabar con la tregua, no es patrimonio de los que atacaron el proceso de paz, si no que muchos de los que lo han apoyado también culpan al ejecutivo por un política que consideran mojigata con respecto a las negociaciones del proceso de paz.

Y así de un lado tenemos a la izquierda, que le achaca al gobierno su excesivo afán por mostrarse conciliador con la oposición, diríase que cediendo ante las presiones del partido opositor, a la hora de adoptar medidas claras en la negociación con la izquierda Abertzale, y hasta acusándolo de haber desperdiciado la confianza depositada en él por la mayoría de los españoles, y las expectativas puestas por todos en alcanzar la paz. Y de otro lado está esa minoría pepera que ha estado atacando duramente la política antiterrorista del Gobierno, desde el primer momento en que se abrió el proceso de paz, posicionándose, incluso, en contra del conjunto mayoritario restante de fuerzas parlamentarias; Una minoría que en ningún momento han apoyado al Presidente en la dura labor de negociar la paz, y que ahora parecen alegrarse de que el proceso no haya llegado finalmente a buen puerto, e incluso se permiten exigirle una rectificación por el hecho de haber intentado, al igual que sus predecesores, acabar con la violencia terrorista de ETA.

Vistas así las cosas, la culpa es del gobierno, porque si hubiera cerrado los ojos ante la posibilidad de una paz, esperada por todos, jamás habría fracasado en el intento, aunque a día de hoy, fueran unos cuantos más los españoles que lloraran a sus seres queridos, y el resto, victimas todos del terrorismo, no hubiéramos podido, en ningún momento, despegarnos, de encima, la losa del miedo. Y vistas del revés, "la culpa es igualmente del Gobierno" - ¡no faltaría más!- porque con una mayoría parlamentaría y el apoyo incondicional del Congreso para legislar, se ha dejado amilanar supuestamente por el PP, sin atreverse a permitir la reconversión de la Izquierda Aberzale a las formas de lucha legales propias de los cauces democráticos, aunque ello hubiera significado una nueva Ley de Partidos.

El Gobierno de Zapatero, como antes hicieron el de Suárez, el de Felipe González, y el de José María Aznar, se ha atrevido a arriesgarse a ganar o a perder, el soñado proyecto de la paz, en el momento más propicio, y quizá lo hubiera conseguido, de haber calculado bien a quien tenía enfrente, que en esta ocasión, desgraciadamente para todos los demócratas, no ha sido sólo a ETA, si no al mismísimo aparato jerárquico del PP, en su faceta más desaprensiva, y no me refiero a la militancia, algunos de los cuales han manifestado públicamente su vergüenza por el uso electoralista que sus líderes han hecho del proceso de paz, sin reparar en la tremenda responsabilidad en la que incurrían con esta actitud, ni en las consecuencias que tendrá en las vidas de unos cuantos españoles -muchos ya sometidos nuevamente a la escolta, y a otras precauciones-, por no decir de todos.

Conservo sinceramente la esperanza de que al anuncio de fin de la tregua, no le siga ningún atentado. ¿Quien puede no desear que no haya más muertos ni más heridos, ni más gente que sufra, ni una sola nueva víctima de ETA?Hoy muchos andan en busca de un culpable que acalle sus conciencias, mientras tanto el gobierno necesita, en su intento, el apoyo unánime de toda la sociedad, y no pocos andamos, sin saber como aportar nuestro granito de arena, entre la frustración y el miedo.

lunes, junio 04, 2007

La Tierra despellejada



Extremadura al día

Socialdemocracia.org



04/06/2007 Dicen que no hace tanto un mono podría atravesar la península Ibérica saltando de árbol en árbol sin tocar el suelo. Eso era antes de que la costa estuviera superpoblada, y las grandes urbes salpicaran el mapa de la piel de toro. Antes de que Europa se convirtiera en un gigante punto iluminado en la oscuridad de la noche, y antes incluso de que la deforestación amenazara con la extinción de los grandes bosques tropicales del planeta.


En vísperas del Día de la Tierra, que se festeja mañana, 5 de junio, comprobamos, ya en las reuniones preparatorias de la futura cumbre del G-8, la inútil lucha de Alemania --que este semestre preside la UE-- para que el país más industrializado del planeta, que no es otro que EEUU, se comprometa a recortar sus emisiones de dióxido de carbono a partir del 2012, dentro del marco del protocolo de Kioto.


Se discute sobre las causas del cambio climático y sobre el impacto ambiental del mundo desarrollado, pero no hace falta estudiar una ingeniería para darse cuenta de que la piel de la Tierra se resquebraja y cambia a un ritmo verdaderamente vertiginoso, que escapa a nuestro control, y sin que nadie sepa con certeza hasta qué punto este deterioro pueda llegar a ser irreversible para el planeta. Carreteras, autopistas, tendido eléctrico, y redes ferroviarias surcan la superficie, e inmensas aglomeraciones urbanas iluminan el perfil de las costas y convierten en verdaderos faros nocturnos a las grandes urbes cada noche.


SIN LUGAR a dudas la superpoblación es el problema más grave que acucia al planeta. La población mundial aumenta a un ritmo tan alarmante que tras tardar 16 siglos para duplicarse hasta 500 millones, hace 2.000 años, ahora se duplica cada solo 35 años. En la actualidad casi 6.000 millones de personas habitan la Tierra, más de 4.000 millones de ellas en la pobreza. Personas que necesariamente necesitan cubrir sus necesidades crecientes de agua alimentos, y energía.


Pero si el problema de la demanda de recursos que requiere esa creciente población es de por sí importante, se agrava aún más por la falta de un paralelismo entre la demanda de recursos y su producción masiva.
No hace tanto que cada uno tenía su leña, su pan, sus gallinas, su vaca, su cerdo, y su huerta. Tampoco existían electrodomésticos ni vehículos a motor. Ahora no hay más que salir a la carretera un día de diario para comprobar la cantidad de camiones y otros vehículos que transportan las diferentes mercancías para abastecer el mercado. Las producciones de alimentos recorren cientos, a veces miles de kilómetros para llegar a sus mercados de destino. Lo mismo sucede con los electrodomésticos, los coches, o la ropa. El combustible se quema sin conciencia de que esto conlleve grandes complicaciones.


Son características fundamentales de un sistema que basa su funcionamiento en un continuo crecimiento poblacional, asociado al imparable aumento de la producción. Es la llamada sociedad de consumo , base del sistema capitalista, que premia el derroche, incitándonos a cambiar de ropa cada temporada, a comprar un móvil nuevo cada 18 meses, un ordenador cada tres años, un coche cada 5, una lavadora cada 8, y un frigorífico cada 10. Un sistema que inventa continuamente productos diferentes, y que llega a generarnos necesidades inexistentes para arrastrarnos al vértigo consumista.


Un sistema que ha acabado con la mayor parte de los bosques primarios del planeta, ecosistemas amenazados donde residen dos terceras partes de la biodiversidad terrestre, a veces para explotarlos como campos de cultivo de soja, para transformarlos en urbanizaciones, o simplemente para usar la madera, también base del papel.


Un sistema que, a base de explotar una mínima parte de las variedades vegetales de alimentos, está contribuyendo a acabar con la biodiversidad.
Un sistema que no respeta los ecosistemas naturales, con la consiguiente extinción irreversible de muchas especies.


Hablar de limitar las emisiones de dióxido de carbono no tiene sentido sin pensar en frenar la carrera consumista, y el continuo despilfarro de productos, de papel publicitario, o de embalajes. Cada papel, cada par de deportivas, cada neumático, nos obligan a gastar energía, generalmente obtenida de la quema de hidrocarburos, que liberan gases responsables del efecto invernadero, en su producción y en su transporte, y producen además residuos al fabricarlos y al desecharlos. El sistema de libre economía de mercado no parece que le siente bien a la Tierra, y para empezar habrá que cambiar la mentalidad, y mimarla, con cuidado de no rozarla mucho, porque de momento está despellejada.



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domingo, junio 03, 2007

Barreras no arquitectónicas




02 jun 2007

El día veintisiete de mayo, día nacional del celiaco normalmente, vivimos un proceso electoral, causa del desplazamiento de esta conmemoración al domingo 3 de mayo. Las protagonistas de la jornada fueron las urnas, pero por cada una de ellas hubo de constituir una mesa. Han sido miles los ciudadanos que han tenido el orgullo de participar en este laborioso proceso, desde la constitución de la mesa hasta el final del escrutinio, y la firma de actas. Mi hija mayor, enferma celiaca sometida a dieta sin gluten, participó por primera vez, como interventora, en el evento. Para comer había unos espléndidos bocadillos, de pan de trigo, puro veneno para el celiaco. Pudo participar, casi como un ciudadano más, porque yo me encargué personalmente de su comida. Aquella misma noche al acabar el escrutinio fuimos a celebrar los resultados, pero ella después de estar más de 15 horas pegada a al mesa, apenas estuvo cinco minutos en la fiesta, porque como casi siempre, entre las bandejas de "tapas",no había ninguna con alimento aptos para enfermos con dieta sin gluten.
Claro que fue peor la "desintegradora discriminación"" a la que se vio sometida mi hija pequeña cuando en su instituto, hace unos días, decidieron realizar un desayuno mediterráneo, actividad que naturalmente, y a pesar de conocer sobradamente la naturaleza del problema, nadie se molestó en diseñar accesible a estos enfermos, y en la que ellos no podían participar.
Me dolió como madre, máxime porque como profesional de la enseñanza he diseñado muchas actividades escolares y extraescolares para mis alumnos, pensando siempre en la integración, y como muchos de mis compañeros, he visto trasladar al piso bajo a todo un grupo de veinticinco niños, para que uno de ellos, lesionado con un esguince, pudiera asistir a clase, y he realizado adaptaciones curriculares para alumnos ciegos, sordos, y disminuidos intelectuales, siempre procurando su adaptación. Y sin embargo he tenido que ver a mis hijas de frustración en frustración cada vez que a la maestra se le ocurría llevar higos con nueces, o a la asociación de padres preparar chocolate con churros, sin ni siquiera consultar las posibles adaptaciones para los celiacos, y a pesar de que presumimos de educar en la integración y de eliminar las barreras.
Estas situaciones no son nuevas, ni mucho menos esporádica, para el enfermo celiaco. Yo he visto padecer a mis hijas esta forma de discriminación desintegradora desde el mismo día del diagnóstico de la enfermedad, y jamás he podido llevarlas a las fiestas de la Asociación de vecinos, cuya cuota pago religiosamente, ni a las fiesta de su propio Colégios, ni a la del Instituto, ni a la cena de apertura de campaña del partido, ni a la comida de cierre de la misma, ni a comer roscas de anís en las Candelas, San Blas, y Santa Lucía, ni a comer rosquillas en los carnavales medievales de Cáceres, y aunque curiosamente todavía corremos, para nada, detrás de la cabalgata de reyes, recogiendo los caramelos que tiran sus majestades, el ayuntamiento ningún año se preocupa de que sean para celiacos.
Claro que hasta los más allegados siguen sin entender la diferencia que existe entre un celiaco y un vegetariano. El desconocimiento en este tema es tal, que la mayor parte de la gente cree que la dieta sin gluten, lejos de ser el único tratamiento conocido para evitar gravísimas consecuencias sobre la salud del celiaco, es para él una opción. Y sin embargo no entiendo que el mismo espíritu que nos ha animado a exigir unas mínimas condiciones de accesibidad a edificios y viviendas, y a dotar a los espacios públicos de rampas y ascensores que permitan el acceso -también en coches y sillas de ruedas-, y nos invita a traducir al lenguaje de los signos las retransmisiones importantes, como la del debate del estado de la nación, o el de las comunidades autónomas, ni siquiera nos plantea problemas de conciencia a la hora, no ya de discriminar al celiaco, si no de impedirle el acceso a las miles de actividades basadas en la ingesta de alimentos, que son la mayoría de las lúdicas.
Migas con chocolate para todos, o paella y carne, y si alguien tiene problemas de acceso, hasta el lugar, se estudia el emplazamiento del evento, pero si hay un celiaco, da lo mismo que no pueda realizar la actividad - que entre una hora más tarde ese día....o que se busque la vida-, porque no existe conciencia de la falta de accesibidad que esta circunstancia implica, y nadie se molesta en tomar las medidas compensatorias oportunas para derribar esas barreras no arquitectónicas.