miércoles, junio 18, 2008

La Expo del agua o el consumo insostenible

Recientemente he visto en "la tele" la inauguración de la "Expo" de Zaragoza, un espectáculo de fuegos pirotécnicos, en medio de un derroche de luz eléctrica. A pocos días de su comienzo ya nos ha dado tiempo a saturarnos de los miles de mensajes publicitarios dedicados a promocionarla desde los distintos medios. Nada raro si tenemos en cuenta que el evento no es otra cosa que un gran pretexto para justificar un desmesurado despilfarro consumista. Pero no me ha sorprendido que unas cuantas empresas quieran forrarse a costa de unos cuantos inocentes y manipulables millones de ciudadanos, que es el cuento de nunca acabar; lo sorprendente ha sido comprobar como los organizadores han tenido la desfachatez de asociar la imagen de la Expo, una macro feria, de todo punto innecesaria, que ha costado 700 millones de euros al erario público, más 1.550 millones de euros en grandes obras de infraestructuras, con la del desarrollo sostenible."El agua y el desarrollo sostenible" ha sido el lema, la propuesta de "reflexión" para un debate que supuestamente busca soluciones contra el cambio climático, sin dudar en arrastrar a miles de personas a un macro-recinto en el que caben simultáneamente 68.000 personas, y que espera recibir durante su celebración seis millones y medio de visitas.¿Y habrá quien se crea que poner en marcha este mecanismo, artificial y superfluo, que sólo sirve para mover inútilmente cantidades ingentes de dinero fomentando agresivamente el consumo, es compatible con el desarrollo sostenible?.Unas 32.000 personas participarán en el foro de debate, muchos de los cuales, entre ellos Mijail Gorbachov, Rigoberta Menchú o Federico Mayor Zaragoza, viajarán, naturalmente gratis y a cuerpo de reye, a Zaragoza, a costa de los presupuestos públicos, todo ello en plena crisis económica, y justo cuando el Ministro de Economía acaba de pedirnos que nos ajustemos el cinturón. Tampoco parece importar el consumo energético derivado, ni la mastodóntica generación de residuos, daños colaterales ocultos en un mar de desinformación frente al magnífico resplandeciente impulso que el eventos supone para la economía capitalista, especialmente la de algunos.
Si a la inversión realizada le sumamos los 35 euros de cada entrada al recinto, aparte del pago adicional por entrar a cada uno de los 4.500 espectáculos previstos en trece escenarios dentro del mismo, más la recaudación de bares restaurantes, hoteles, taxis y otros transportes, nos podemos fácilmente imaginar "que clase de súbita preocupación", difícilmente creible, por el desarrollo sostenible, y el cambio climático empapa estos días el entorno de la capital maña.