14 oct 2006
Milagrosa Carrero Sánchez
Ibarra ha hablado, y lo ha hecho sobre la futura reforma del Estatuto de Autonomía de Extremadura. Miedo me da, por su natural tendencia a evitar eufemismos suavizantes, que abra la boca, y con la contenida respiración que suelo escuchar o leer sus, normalmente impetuosas, declaraciones, he hinchado los pulmones, sin hacer de esta ocasión una excepción, soltando lentamente el aire, en un ejercicio de relajación, que es al tiempo, bálsamo para el espíritu, y un magnífico protector gástrico.
Milagrosa Carrero Sánchez
Ibarra ha hablado, y lo ha hecho sobre la futura reforma del Estatuto de Autonomía de Extremadura. Miedo me da, por su natural tendencia a evitar eufemismos suavizantes, que abra la boca, y con la contenida respiración que suelo escuchar o leer sus, normalmente impetuosas, declaraciones, he hinchado los pulmones, sin hacer de esta ocasión una excepción, soltando lentamente el aire, en un ejercicio de relajación, que es al tiempo, bálsamo para el espíritu, y un magnífico protector gástrico.
"Ibarra propone asumir canales y presas y cobrar un canon por las eléctricas", leo en los titulares del periódico Extremadura. Efectivamente, el presidente, después de mucho madurarlo, y tras los pasos del País Vasco, la Comunidad Valenciana, Cataluña, y Andalucía, se decide a proponer la próxima reforma del Estatuto Autonómico, lanzando un par de ideas, de amplio respaldo popular que junto con la deuda histórica, también reclamada por Andalucía, pueden ayudar a preservar y rentabilizar, los esquilmados recursos extremeños.
Se trata de cobrar un canon sobre la producción regional de energía eléctrica, que debería contemplarse como una parte más del patrimonio regional, un 11.8% de la de toda España, de la que sólo consumimos un 1.5%; Y de asumir la gestión de los recursos hídricos, poderosa fuente de riqueza, y de vital importancia para el desarrollo de la industria y la agricultura, cuyas aguas se trasvasan habitualmente a otras comunidades Autónomas, -incluso, por debajo de los mínimos establecidos, con carácter de excepción-, y sin la más mínima posibilidad de influir en tales decisiones.
Recordemos que las 22 centrales hidroeléctricas, todas ellas propiedad de Iberdrola, que hay en la Comunidad suman, en total, una potencia instalada de unos 2.200 megavatios, cifra superior incluso a la de la nuclear de Almaraz, aunque eso sí, variable en función del régimen de lluvias.
Son reivindicaciones remachadas por los extremeños por activa y por pasiva, desde el más amplio espectro de posiciones imaginables, que Juan Carlos, cumpliendo con el papel de"lider", que hasta ahora le ha sido encomendado, nos ofrece como un ilusionante proyecto de futuro, enturbiado solo por las dudas que, como punto ácido de sus declaraciones, vierte sobre el futuro, del cierre de la Central Nuclear de Almaraz, previsto para el 2.010, insistiendo sospechosamente en "esa" puerta abierta, a la posibilidad de aceptar una prorroga, a cambio de una compensación económica, más o menos sustanciosa; Un arreglo rechazado por la gente de la calle, que no necesita estudiar ingeniería para entender que cada día que pasa crece el riesgo, y que los frecuentes accidentes de la planta, aumentarán en frecuencia y peligrosidad a medida que las instalaciones envejezcan, por muchos parches que le quieran echar, arriesgándolo todo y a todos, e impidiendo el más mínimo aprovechamiento turístico, del Tajo y de sus embalses.
Sería una pena, que el Gobierno de Rodríguez Zapatero, no fuese capaz de llegar a valorar, las consecuencias políticas que tal falta de sensibilidad con las inquietudes del paciente pueblo extremeño, supondría, y que, sin duda, se convertiría en un punto de inflexión crítico, en la capacidad de confianza que los extremeños, hartos de soportar las continuas situaciones de riesgo, asociadas a los repetidos fallos de la Central de Almaraz, tienen depositada en su Gobierno Regional.
En Extremadura somos numerosos, muchos de ellos votantes del PSOE, los que al igual que andaluces, vascos, valencianos, o catalanes queremos un nuevo Estatuto a nuestra medida, que además de reivindicar la deuda histórica como fuente de financiación, amplíe las Competencias, incluyendo el blindaje de las mismas.
Apoyándonos en nuestra propia idiosincrasia, y en la experiencia acumulada en la redacción de los nuevos textos de las comunidades que nos han precedido, el camino para nuestra reforma parece más fácil. Y así como el nuevo Estatuto Andaluz, aun en trámite, incluye la ampliación de la paridad entre hombres y mujeres a los órganos colegiados o consultivos de la Junta, y el derecho a la muerte digna y a la libertad sexual, entre otros, el Extremeño, podría incluir medidas como las propuestas por Ibarra, y otras muchas, como la eliminación de la religión del horario lectivo, la despenalización de la eutanasia, en determinados términos, la ampliación de la paridad a otras instancias, o por ejemplo la declaración de Extremadura como región limpia de centrales, y cementerios nucleares.
Son inquietudes generales, que se asoman aquí y allá, salpicando los comentarios de los foros, alimentando las hojas de las bitácoras, rellenando las páginas de los periódicos, amenizando las barras de los bares, dando vida a los pasillos de oficinas y edificios públicos, los mejores sistemas de sondeos de opinión que existen, y no menos efectivos que una encuesta, de un pueblo que en su día, contó con el apoyo de Ibarra, al frente de su gobierno, para cerrar Valdecaballeros, y que hoy, tras años de espera para librarse de la Central de Almaraz, ha puesto su confianza en la Junta de Extremadura para que haga valer que el cierre de la nuclear no tiene precio.
Milagrosa Carrero Sánchez
Profesora de secundaria
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