Algunas comparaciones son odiosas
Milagrosa Carrero
Jueves,29 jun 2006
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Paseando por la embriagadora "ciudad antigua de Cáceres", nos sorprende el brusco contraste del barrio alto que, residencia, en su época de esplendor de nobles y adinerados, se levanta en piedra, salpicado de iglesias y palacios, frente al barrio bajo, la judería, con sus humildes casitas blancas, y su pequeña ermita de San Antonio, antigua sinagoga. Es uno de tantos ejemplos que refleja, desde un punto de la historia, la persistente discriminación que se empeña en distribuir a la gente por barrios en función de su poder adquisitivo, convirtiendo a las ciudades en grandes espacios clasificadores, donde según la posición económica, te toca vivir en "la Moraleja" o en "Vallecas", en "la Sierrilla" o en "Aldea Moret".
Este sistema, asociado al estilo de vida de nuestra sociedad capitalista, y tan difícil de combatir como la misma especulación del terreno, acarrea una serie de graves problemas en los barrios donde se concentra la población de más bajo nivel de renta. Es el caso de "las Minas" en Cáceres, típica barriada a la que los lugareños que no vivimos allí, sólo vamos cuando tenemos que hacerle la revisión al coche, por razones evidentes, como que no es cómodo, ni hermoso, ni queda cerca del núcleo urbano.
Este barrio, que nació siendo un armónico diseño de casas bajas, construido como lugar de residencia de los trabajadores de las minas de fosfatos, pasó de ser un poblado minero, a convertirse, una vez cerrada la explotación en 1960, y propuesto un expediente de crisis en el 73, en un "suburbio cacereño", acogiendo un importante volumen de población de distintas zonas de la ciudad, que aun así no llegó a compensar la pérdida demográfica sufrida por el cierre de las minas, hasta que en 1985 las administraciones públicas ven en Aldea Moret un lugar asequible para construir viviendas de construcción pública.
Según un estudio sociológico, sobre las condiciones de vida, problemas sociales, y perspectivas de futuro, del barrio cacereño de Aldea Moret, editado por la Consejería de Bienestar Social de la Junta de Extremadura, en el año 2003 habían sido levantadas más de 1.100 viviendas sociales, en tres promociones distintas ,habiéndose duplicado su población en diez años, hasta alcanzar entonces, una cifra próxima a los 8.500 habitantes, fruto de estas actuaciones urbanísticas.
Cuando hace unos diez años, y respondiendo al mandato constitucional del derecho a una vivienda digna, quedan cubiertas las necesidades básicas de vivienda para la población más desfavorecida, que hasta entonces malvivía en chabolas, prefabricadas a los márgenes de las carreteras de acceso a nuestra ciudad, y comienza a cambiar la mentalidad política, optando por construir las nuevas viviendas sociales en otras zonas de la ciudad, "las Minas" ya era un barrio "marcado", para unos vecinos que aquejados de lo que consideran una situación de gueto -como consecuencia de las nuevas incorporaciones-, deciden plantear a través de una entusiasta asociación, la problemática asociada de suciedad, de abandono, y de inseguridad que presenta el barrio, por lo que llaman el chabolismo vertical, y que se suman a otros problemas debidos a aspectos estructurales, como la separación material del barrio, que acarrean consecuencias como el desgraciado atropello de un menor, que ha resultado gravemente herido , en la tarde de ayer, martes, o de un anciano, el mes pasado, ambos precisamente en el puente que permite el acceso al barrio.
Y mientras la Junta de Extremadura trata de contrarrestar la incesante subida del precio de la vivienda, provocada por la especulación de los terrenos, en los núcleos de población más importantes de la región, garantizando la oferta de viviendas asequibles, mediante un Proyecto de Interés Regional, que permite agilizar los trámites, para edificar unas viviendas que, a partir de 60.000 euros (10 millones de pesetas), tendrán un valor medio de 138.000, es decir casi 23 millones de pesetas, entre un aluvión de críticas de ciertos sectores que tienen mucho que perder -y de otros que sólo tienen que ganar-, algunos se atreven a comparar, en su afán por poner pegas, los futuros barrios proyectados con "Aldea Moret", tropezando en una serie de "mediciones" odiosas entre situaciones que no tienen nada en común, pero señores y señoras: "No es lo mismo acabar con el chabolismo que frenar la especulación inmobiliaria", ni es lo mismo repartir pisos para realojos que vender viviendas, que aunque baratas, cuestan más de 10 millones, como no son los mismos tampoco los destinatarios de las viviendas del PIR, gente por cierto, integrada normalmente, lejos en general de la marginalidad, y sufridos trabajadores contribuyentes.
Y aunque me da "grima " poner el dedo en la llaga, sospecho que a algunos intereses les va a perjudicar enormemente que se frene el encarecimiento de la vivienda, y que se combata la especulación del terreno, cuando empiezan comparando "los Llanos" de Cáceres con "las Minas", siguen tachando al PIR de intervencionista, y acaban poniendo pegas contra las esperadas 1.992 viviendas del "Junquillo", luchando con uñas y dientes, obstaculizando, y organizando campañas contra una política de la Junta, que estamos esperando, como agua de lluvia, todos los extremeños de la clase media, que además tenemos claro, insisto, que algunas comparaciones son odiosas.
MILAGROSA CARRERO SÁNCHEZ
Profesora de Secundaria
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