viernes, diciembre 01, 2006

Enfermos entre tabúes


Cuando hace un cuarto de siglo, empezábamos a oír aquello del SIDA, que sin gran preocupación comentábamos, como si de una curiosidad exótica se tratara, alejada del promiscuo mundo, en que gran parte de los jóvenes, de entonces, acostumbrábamos a apurar nuestro tiempo, en el entorno universitario de los 70, nadie podía imaginar, que aquella rara enfermedad, que entonces se decía propia de "homosexuales, y de drogadictos", hubiera de llegar a convertirse, con el paso del tiempo, en la cuarta causa de muerte en el mundo. Hoy son más de veinticuatro millones las víctimas mortales cobradas por el VIH, y hasta cien millones de personas, podrían morir en los próximos 10 años, si no hacemos algo por evitarlo. Como todos sabemos, la transmisión de la enfermedad, solo se realiza por intercambio de fluidos corporales, siendo el contacto sexual, la transmisión materna, heredada desde el nacimiento, y la utilización compartida de jeringuillas, junto con las transfusiones de líquidos infectados, las principales vías de contagio.

Un simple preservativo puede evitar la transmisión sexual, y sin embargo, la iglesia católica ha hecho durísimas campañas, en el tercer mundo, recomendando la abstinencia, como único método preventivo, llegando incluso a asegurar,"que los condones no evitan la transmisión del virus", sin temor a convertirse en responsables directos de muchos contagios fácilmente evitables.

De otro lado, y aunque la elaboración de una vacuna, queda pendiente, quizá por falta de interés, o quien sabe, si para favorecer ciertos intereses, los carísimos tratamientos, han aumentado considerablemente la esperanza de vida de estos enfermos, así como la calidad de la misma. Sin embargo, tampoco está siendo una ayuda, la gran industria farmacéutica, que, manteniendo su particular guerra contra la elaboración de genéricos, por parte de los países más castigados , -que a su vez, son, como siempre, los más pobres-, se empeña en controlar sus patentes, sobre estos medicamentos, convirtiéndolos en inaccesibles a la mayor parte de la población afectada ( el 90%), que sufre, y muere, únicamente, por falta de recursos.

El problema, afecta especialmente, en el tercer mundo, a niñas y mujeres, que privadas de escolarización, carecen de acceso a la información y a los medios necesarios para evitar el contagio. Se puede asegurar, que es inútil cualquier intento de superación del problema, sin promover la igualdad entre géneros, y la autonomía de la mujer.

De hecho, existe un amplio consenso que considera que las jóvenes menores de 25 años, son la clave en la lucha contra el VIH. Violaciones, tráfico de niñas y mujeres, abusos sexuales, y prostitución, son problemas, que asociados a la pobreza, y a la ignorancia, agravan considerablemente el alcance de la epidemia, en el colectivo femenino.

Otro de los grupos más castigados, en los países del sur, son los niños y las niñas menores de 14 años. 700.000 niños y niñas, nacen anualmente, infectados por el virus, precisamente por carecer del tratamiento adecuado para evitar que la madres portadoras contagien el virus a sus hijos, que en ocasiones quedan huérfanos, por esta misma circunstancia, viéndose privados de los cuidados maternales, que necesitarían.

Según las conclusiones de IX Congreso Mundial de SIDA, los obstáculos que los países afectados encuentran en la lucha contra la enfermedad son los elevados costes de los medicamentos, y "testes" de control viral, la falta de garantía sobre la calidad de los fármacos, la inexistencia de un tratamiento específicamente pediátrico, la falta de previsión sanitaria, en la transmisión vertical (madre a hijo), y la alta incidencia, entre los enfermos con el virus, de complicaciones, con otras enfermedades, como la tuberculosis.

En el nuestro mundo occidental, hay atención médica, y fármacos de calidad, pero los prejuicios contra los enfermos, no han desaparecido, y e SIDA, sigue siendo esa enfermedad, que nadie parece tener, pero de la que sigue muriendo gente.

En Cáceres, sin ir más lejos, el Ayuntamiento de la ciudad negó el permiso par que se colocara un gran lazo rojo, en la representativa "Torre de Bujaco", alegando pretextos que nadie se ha creido. Sufrir el sida, no es solo estar enfermo, es el miedo al aislamiento, a veces, significa incluso vivir entre tabúes.

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