Tuve la suerte de criarme en un ambiente donde el periódico formaba parte del paisaje. En un pueblo sumergido en la economía de subsistencia, como la mayoría de los de entonces, pocos podían permitirse el lujo de pagar la suscripción de un diario, única forma de acceder a la prensa en nuestro mundo rural de los 60, y la mayoría de las suscripciones correspondían a pequeñas empresas hosteleras, como la fonda , el casino, y algún bar, cuyos diarios pasaban por tantas manos a lo largo del día como tiempo material de vigilia caben en él.
En mi casa leíamos los periódicos ya por la tarde, cuando lo habían repasado no pocos vecinos, y los clientes más cultos de la pensión de mis abuelos maternos, que religiosamente recibían cada mañana el ABC y el EXTREMADURA, de los cuales sólo los crucigramas llagaban con nitidez a nuestras ávidas pupilas. Aun así, y aunque la censura pesaba sobre todos los medios, ojear los periódicos parecía mucho más que limitarse al NODO, el telediario de la única cadena existente, las noticias radiofónicas, y el calendario zaragozano , insustituible revista meteorológica , que no faltaba en las casas de la gente del campo.
Ahora es raro el pueblo donde no se pueda comprar la prensa, y sin embargo hay que reconocer que miles de personas jamás se aventuran más allá de las noticias de la tele, y aun más abundan las que evitan cualquier programa que suene a serio, o a comprometido, como los informativos, pasando olímpicamente de todo aquello que no se venda como sensacionalista, o preferiblemente se regale. Me atrevería a decir que hoy por hoy cientos de compatriotas nuestros solo leen la propaganda de los grandes hipermercados...
Si bien la información abunda, la desinformación también campa por sus cabales.
LOS PERIODICOS impresos ya no viven de las ventas y las necrológicas. La publicidad se ha convertido en una fuente fundamental de ingresos, tanto es así que se prodigan las revistas y publicaciones gratuitas con contenidos informativos y culturales nada despreciables, que se financian solo con este recurso, y que nos llega a las manos sin abrir el monedero, a veces sin abrir la puerta, y no me refiero a las exclusivamente publicitarias.
La estructura de los periódicos evoluciona vertiginosamente, y no digamos si hablamos de los soportes. ¿Qué periódico no cuenta con su correspondiente versión digital en internet? A su vez, el número de periódicos exclusivamente digitales de las más variopintas características se ha disparado. En mi columna de favoritos tengo más de cincuenta publicaciones señaladas, varias latinoamericanas, unas porque me gustan y otras porque, aun no siendo de mi agrado, reflejan la voz de algún sector que no puedo ignorar.
Y, luego están las muchas televisiones y las cientos de cadenas de radio públicas o privadas, nacionales, autonómicas y locales, y todos los servicios de internet, donde los datos burbujean, y se nos ofrecen a poco que les prestemos atención. Una amalgama informativa donde cada medio complementa y compite con el de enfrente, por un público que cada día está más saturado de datos y ha de seleccionar celosamente la información.
Ahora por un euro te compras el Periódico, y por cincuenta céntimos más te regalan una peli ; pero si no tienes, no puedes, o no quieres gastártelo, siempre puedes optar por uno de los gratis, o leerlo en la red.
Según un estudio del diario británico Financial Times , por primera vez en Europa internet ha superado a las publicaciones impresas como fuente principal de información, y no es de extrañar si tenemos en cuenta que la edad de los lectores de la prensa escrita de pago va siendo paulatinamente más avanzada. Asegura dicho estudio que la media de horas semanales que pasamos navegando en la red es de cuatro, frente a las solo tres que dedicamos a leer las ediciones de la prensa impresas, pero que aún por encima de todo se encuentra la televisión donde, por lo visto, los europeos pasamos el triple de tiempo que en internet.
Pero la revolución más importante que ha sucedido a mi alrededor durante estos años, no ha sido el incremento del número de cadenas de radio y de tele , o de periódicos, ni siquiera el tremendo cambio de los soportes de la información, ni la forma de financiación de la prensa. La verdadera revolución ha sido la generalización de la alfabetización, y el acceso a la información, en una palabra la democratización de la cultura.
Milagrosa Carrero Sánchez
Profesora de Secundaria
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