jueves, julio 13, 2006

LA FE MUEVE MONTAÑAS


La petición de Rouco y Cañizares de que la cúpula de la Iglesia se pronuncie sobre la unidad de España evidencia el dudosamente moral hábito de intentar manipular a los creyentes

MILAGROSA Carrero (13/07/2006)

La jerarquía eclesiástica trae de cabeza al paciente "pueblo del señor", y no me refiero al "pueblo elegido", que aunque suena parecido es el Judío, si no a los católicos, que acostumbrados a fluir cuan marea humana, a merced de las insondables decisiones de su cúpula, se ven frecuentemente obligados a doblegarse a las inclinaciones políticas de los que deberían ser sus guías espirituales.

Para el "rebaño del señor", familiar calificativo con el que los católicos practicantes tienen la humildad de autonombrarse, no tendría que suponer un problema su predisposición a la obediencia si no fuera, claro está, cuando las contrapuestas posturas de sus obispos los dejan materialmente sin rumbo. Y eso precisamente acaba de ocurrir en esta ocasión, que dos obispos influyentes como Rouco Varela y Cañizares , se han permitido contradecir al propio presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez , y a la misma Asamblea Extraordinaria de los obispos, celebrada los pasados 21 y 22 de junio, contra su decisión de no pronunciarse en el tema de la unidad de España, por no considerarlo incumbencia de la Iglesia Católica.

Entre el "Amar a la patria es un deber" de los dos disidentes, que han llegado a pedir a sus fieles desde el púlpito que recen por la unidad de España, y la postura de la Asamblea Extraordinaria de los obispos, desestimando declarar la unidad de España como un bien moral, y en contra de la pretensión de los primeros, se "cuecen" todos los ingredientes de lo que podría ser considerada una verdadera guerra política.
Y es que en el seno de la iglesia lo mismo hay gente del PP que del PSOE, como ocurre entre agnósticos y ateos, pues la religión no es patrimonio de monárquicos o republicanos, ni la fe depende de los planteamientos políticos o de las inclinaciones sexuales.

Quizá por este motivo tampoco parece que la intención de Cañizares y Rouco de establecer como "bien moral" la unidad de España, haya hecho mucha gracia a los cristianos de base, que han reaccionado manifestando al mundo su desacuerdo --por no decir indignación, lisa y llanamente--, como hemos visto en el artículo publicado en ´El País´, por el dominico y periodista Quintín García , que no duda en acusar a estos obispos de "invadir la conciencia de los cristianos" para "arrastrarlos a unas posiciones políticas determinadas", opinión en la que coincide con el periodista y jesuita Pedro Miguel Lamet , que aclara que "el evangelio no habla de fronteras" , o con la del teólogo Juan José Tamayo que especifica que no estamos ante un problema teológico sino político. El asunto ha resultado tan bochornoso que ha saltado nuestras fronteras, y hasta Francesco Cossiga ha pedido al Vaticano desde Italia, que intervenga para evitar lo que ha llamado el "coletazo neofranquista".

Para los católicos de a pie la, llamésmole así, "salida de tono" de Rouco y Cañizares, evidenciando las contradicciones internas de la iglesia, es lo que se dice una "faena", porque desnuda ante los ojos de "los hombres", el dudosamente moral hábito de la cúpula católica, de manipular a los creyentes en función de sus intereses políticos y económicos, como si fueran los activos de un negocio.

El invento de utilizar la fe de las personas para manipularlas es muy anterior al cristianismo, y tampoco es exclusivo de la religión católica, pero aunque conocido, y después de haber sobrevivido a tantos avatares de la historia, aun conserva gran parte de su eficacia entre los fieles.

¡Cuántas veces los curas han hecho apología contra la política del gobierno manipulando a sus feligreses, contra las leyes del divorcio, del aborto, de la investigación con células madre, o de los matrimonios entre homosexuales!

Pero el alumbramiento de este nueva "catalogación" es tan nuevo, que tendremos que estar atentos a las aplicaciones que le encuentren los estrategas de la política eclesiástica, que bien podrían proponer a la Conferencia Episcopal cosas tan pintorescas como que proclamen "bien moral", por ejemplo, la anexión de Portugal, o la recuperación de las colonias españolas.

Con tan ocurrente expresión, si yo fuera el par de obispos, me plantearía registrar los derechos de autor sobre ella para venderla, pues fíjense que puede servir lo mismo para justificar la nacionalización de bienes que la ocupación de territorios, o si me apuras, la promoción de un refresco de cola. Al fin y al cabo la fe mueve montañas.
Milagrosa Carrero Sánchez
Profesora de Secundaria

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bienvenidos, Milagrosa, a ver si suben ya tu blog a e+.

Un abrazo enorme!!!