Proporcionar a los trabajadores estabilidad laboral es una asignatura pendiente del sistema de bienestar al que aspiramos, como lo es erradicar los accidentes en el trabajo.
MILAGROSA Carrero (10/02/2006)
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=220435
Vivimos tiempos duros para el mundo laboral. La globalización de los mercados impone a las empresas unas duras condiciones de competitividad que las obliga a minimizar los gastos, a costa, a veces, de las condiciones laborales de los trabajadores, que por otra parte, compiten en un mercado laboral en el que abunda la mano de obra barata, favorecida por las situaciones de extrema carencia, de un desesperado sector de la población, formado mayoritariamente por inmigrantes.
Vivimos tiempos duros para el mundo laboral. La globalización de los mercados impone a las empresas unas duras condiciones de competitividad que las obliga a minimizar los gastos, a costa, a veces, de las condiciones laborales de los trabajadores, que por otra parte, compiten en un mercado laboral en el que abunda la mano de obra barata, favorecida por las situaciones de extrema carencia, de un desesperado sector de la población, formado mayoritariamente por inmigrantes.
En este estado de cosas, la rotación en el empleo ha ganado terreno, llegando en nuestro país a más de cinco millones los trabajadores que padecen esta situación de inseguridad, según el propio ministro Caldera . Esta inestabilidad hipoteca las vidas de los trabajadores, que careciendo de estabilidad económica aplazan la realización de sus proyectos, aun contando con recursos económicos, y se ven obligados a esperar para cuestiones tan fundamentales como formar una familia --por miedo a no poder mantenerla--, o simplemente, adquirir una vivienda, por la falta de crédito casi siempre.
Pero esta rotación en el empleo, que abarca todo el mercado laboral, incluyendo las administraciones públicas, y que también se manifiesta en el abuso de las subcontratas, en sectores como el de la construcción, no es sólo causa de frustración entre los afectados, sino uno de los factores responsables de la alta siniestralidad laboral padecida en nuestro país, que siendo la mayor de Europa ha causado la muerte de 1.443 trabajadores en el 2004, de ellos 488 en el trayecto al trabajo, y 955 en su jornada laboral. Es un precio que pagamos, y a pesar del cual muchos empresarios evitan los contratos indefinidos, sometidos a un despido costoso en términos económicos y de procedimiento; y prefieren acogerse a la firma de contratos temporales, si es necesario rotatorios, a la hora de cubrir plantillas.
El dilema es tan duro como simple, y el Gobierno se ha manifestado en la mesa de la reforma laboral partidario de sacrificar ciertas condiciones laborales a cambio de avanzar en el terreno de la estabilidad, proponiendo, según declaraciones del secretario general de Empleo, Valeriano Gómez , que un trabajador contratado más de 24 meses en un periodo de 36 se convierta automáticamente en fijo, idea compartida en su fondo por los sindicatos mayoritarios, que sólo discrepan en los plazos: proponen 20 meses trabajados en dos años. El Ejecutivo, al contrario que los sindicatos, es partidario de que estos aspectos, cruciales por otro lado, se perfilen en cada convenio colectivo, postura rechazada de plano por CCOO y UGT. La contraprestación a esta medida supondría el abaratamiento del despido, que con la previsible ampliación, si no generalización, del contrato de fomento de empleo, pasaría de la actual indemnización por despido improcedente de 45 días por año trabajado, a una de 33 días por año trabajado.
Otro punto caliente de la discusión es la regulación del contrato de obra o servicio , cuyo uso indebido se pretende limitar, habiendo propuesto el Gobierno la creación de una modalidad de contrato que convertiría en fijos a los trabajadores a partir de los tres años en la empresa, con una indemnización por despido de al menos 20 días por año trabajado --frente a los 8 días de los actuales contratos temporales-- si se rescinde antes. En lo que no se ponen de acuerdo los integrantes de la mesa es en los requisitos para dicha rescisión, verdadera preocupación de los empresarios, más que el coste de las indemnizaciones, que exigen un procedimiento ágil y sencillo que no requiera autorización administrativa, aspecto que, como es de suponer, no es del agrado de los sindicatos, aunque entienden y están dispuestos a aceptar que la extinción de contrato se incluya como causa de despido, a fin de dotar al mercado laboral de una flexibilidad que parece inevitable.
Proporcionar a los trabajadores una cierta estabilidad laboral, es una asignatura pendiente del sistema de bienestar al que aspiramos, como lo es erradicar, o disminuir en lo posible, el número de accidentes laborales, y ambos problemas requieren esta reforma laboral como vía de solución, pero reconozcamos que es muy duro, y más para un gobierno socialista tener que elegir entre el abaratamiento del despido y la precariedad laboral.
*Profesora de Secundaria
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