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viernes, enero 25, 2008

¿Con gafas o sin ellas?


Hemos crecido mamando la moderación. Hasta la saciedad hemos escuchado que "en el término medio está la virtud"; y no sé si fue primero la gallina o el huevo, la frasecita refranera o el sentir popular, pero esas siete palabras reflejan el miedo secular a todo aquello que nos haga perder el equilibrio, inclinando la balanza hacia uno u otro lado.Los bipartidismos han cabalgado a sus anchas, propulsados por leyes electorales que, como la española, favorecen claramente los intereses "de los siempre centristas dos grandes partidos mayoritarios. Es un esquema que se repite insistentemente por todos los llamados países "democráticos".

Asistiendo estos días a las elecciones de EEUU, tengo la sensación de que la diferencia entre los dos grandes partidos que se alternan en el poder es tan pequeña que podríamos considerarla prácticamente formal. Efectivamente los planteamientos políticos vienen a ser tan afines que aspectos como las estructuras económicas, la distribución de los recursos, o la dinámica de los grandes capitales no experimentarán en cualquier caso variación alguna.

En España, fustigados por el miedo con que nos dejó marcados la guerra civil, también padecemos este curioso fenómeno, una especie de agujero negro que absorbe todo lo que se le aproxima en razón directa de su masa, acumulando los votos en un gran centro ocupado por los partidos mayoritarios. Y así, en este marco, nuestra imperfecta e injusta ley electoral es el pretexto ideal para pedir, por encima de las propias ideas, el llamado voto útil, que seguramente le será de utilidad, y yo me alegro por ellos, a quienes se ganan la vida al servicio de ambas fuerzas políticas, pero cuyo efecto sobre la vida de la mayor parte de la gente, es imperceptible.

El bipartidismo nos asegura de esta forma un sistema donde se sacrifican los servicios públicos para favorecer al capital privado. Y en ese aspecto gane Zapatero o lo haga Rajoy podemos tener la tranquilidad de que la iglesia católica seguirá viviendo a costa del Estado, y conservando sus anacrónicos privilegios, de que los recursos educativos seguirán alimentando, en detrimento de la enseñanza pública, los intereses de unos cuantos empresarios que en su día apostaron por la educación, de que los sindicatos seguirán supeditados al estado vía financiación o de que la sanidad pública, siguiendo los pasos de la educación, quedará para lo que la privada no tenga interés en explotar, y así sucesivamente.

Para remate de jugada al PP se le caen los jugadores más centristas, entiéndase Gallardón, el PSOE parte la carrera arrastrando el peso de la corrosiva conferencia episcopal, e IU presenta el único programa izquierdista distraído en atender las discrepancias internas reflejadas en los resultados de sus primarias.

Nos esperan meses de debates políticos, entrevistas, y bombardeo mediático. Meses de campaña, ni siquiera para elegir entre un negro o una mujer, y mucho me temo que, al margen de los ignorados programas, para poco más que elegir entre un presidente con gafas u otro sin ellas.

jueves, diciembre 20, 2007

El juego preelectoral y el aborto





Socialdemocracia.org 20/12/2007

Mientras el principal partido de la oposición intenta desesperadamente provocar múltiples y diversas situaciones que deriven hacia el desgaste del Gobierno, movilizando para ello a sus seguidores allí donde se encuentran, con el inestimable apoyo del sector más ingrato de la Iglesia, el Gobierno pasa de una política activa y sin complejos, mantenida durante la primera parte de la legislatura, a parapetarse en posición de stand by capeando el temporal hasta la llegada de las elecciones.


Y si antes han sido el bombardeo al proceso de paz, los bloqueos sobre el Tribunal Constitucional, las peticiones de objeción para Educación para la Ciudadanía , o los socavones del AVE de Barcelona, ahora los problemas vienen en forma de ataque contra las clínicas y los profesionales de la medicina que se atreven a aplicar la ley del aborto.


Y aunque en todo esto el Gobierno tiene mucho que decir, calla y otorga porque si bien tiene mucho que ganar, al contrario que el PP, también se lo juega todo.


Así se pasó la legislatura sin que el PSOE se atreviera a desplazar ni un ápice a la belicosa Iglesia católica, que a pesar de predicar contra la política del ejecutivo socialista desde sus púlpitos y emisoras de radio, sigue imponiendo la impartición de su religión en el horario lectivo de la educación reglada, y hasta ha aumentado su participación en los tributos del Estado.


Y aprovechando que se han pasado casi cuatro años sin que el PSOE cumpliera con el compromiso electoral de modificar la ley de despenalización del aborto --con otros 22 ya a sus espaldas, y cuando ha quedado obsoleta con respecto a las leyes europeas que protegen el derecho de la mujer a abortar entre las 12 y 24 primeras semanas de gestación libremente o acogiéndose a determinados supuestos, a partir de ese margen-- se desata un movimiento antiabortista, vinculado a la Iglesia, que se dedica a presentar querellas criminales sin pruebas concretas, en plena recta final preelectoral y con un revuelo mediático que inconcebiblemente no respeta el principio de inocencia, aun no siendo la primera vez que tales alarmas no tienen otra justificación que la presión inaguantable de ciertos grupos minoritarios por imponernos a la mayoría sus criterios, a fin de privarnos de los derechos conquistados tras muchos años de reivindicación, en este caso, concreta y nuevamente, a las mujeres.


Es donde parece que todo cabe, y la mentira no es pecado, ni la calumnia, ni la violencia física de la que, en ocasiones, han sido objetos los profesionales sanitarios de las clínicas y donde las mujeres que han ejercido su derecho al aborto, se exponen, por añadidura, a la inseguridad jurídica a que una ley incompleta las somete. No es otra cosa, como todos sabemos, que el juego preelectoral.