Mostrando entradas con la etiqueta Cáceres 2016. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cáceres 2016. Mostrar todas las entradas

domingo, febrero 03, 2008

Participación ciudadana










El ayuntamiento de Cáceres inició su andadura con la creación de varias concejalías nuevas, la de Participación Ciudadana entre ellas.Regular un sistema efectivo que garantice la participación del ciudadano y de la ciudadana, de a pie, en la gestión de la ciudad, y que facilite su acceso al Ayuntamiento, es un planteamiento que ya no puede faltar en ninguna ciudad moderna, y que los cacereños estábamos demandando por activa y por pasiva.
Hace unos días la Concejalía correspondiente invitó a todas las asociaciones inscritas en el registro local a participar en la redacción de un reglamento que normalice la Participación Ciudadana cacereña. Los colectivos, si bien la gente, ante la falta de costumbre, no acaba de creérselo, han respondido con ilusión al inicio de este proceso, porque si la intención es la que parece, esto supondría una pequeña "revolución" local, para algunos, una de las estrellas del cambio que estábamos esperando. La efectiva participación ciudadana en los plenos, su retransmisión por Internet, un horario vespertino para los mismos, o la creación de la figura del "ciudadano participativo", que permita a cualquier cacereño inscribirse como miembro activo de los Consejos Sectoriales Locales, son algunas de las demandas que "se oyen" entre la gente.
El desarrollo de este proyecto, aun en mantilla -hermano de otros como el de Sevilla ya desarrollados- que se propone poner en funcionamiento nuevos servicios como oficinas de información y atención al ciudadano repartidas por los diferentes distritos, o la creación de Consejos Sectoriales y de Juntas de Distrito, no sería posible sin unos recursos materiales y humanos que hay que dotar presupuestariamente. Esperemos que Carmen Lillo se vea respaldada por el Ayuntamiento con los recursos suficientes para desarrollar esta nueva política participativa, moderna e ilusionante, pero imposible de acometer sin una estructura que las soporte.



sábado, octubre 20, 2007

Hasta nunca a la Cruz de los ´Caídos´

Cruz de los Caidos. Arija, Burgos - Arija, Burgos, Castilla y León

Extremadura al día

15/10/2007

En pueblos y ciudades se fueron levantando monumentos para recordar a los caídos durante la guerra civil del bando vencedor. Los otros, los enterrados en fosas comunes cubiertas con la vergüenza colectiva de siete décadas de ignorancia, los que dejaron a sus viudas sin pensiones, aún esperan para tener un nicho donde sus hijos puedan ir a llorarles.


No es fácil recordar la historia después de tantos años de sometimiento al aparato propagandístico franquista, que empeñado en enseñarnos quiénes eran los buenos y quiénes los malos intentaban justificar el maltrato infligido a los perdedores , repartidos por las cárceles o escondidos, sin honores, sin trabajo, sin el pan nuestro de cada día y sin un lugar donde caerse muertos. Ahora es difícil no dejarse arrastrar por la inercia de la comodidad en que nos habíamos instalado para cuestionarnos una realidad que aplastó a media España. Pero ¿no es ya hora de despegarnos las telarañas de la desidia?

Hablamos de una deuda que rebasa los términos económicos y aun así algunos se resisten a que tiremos los monumentos que Franco levantó a su victoria , y han puesto el grito en el cielo con la redacción de la Ley de la Memoria Histórica, que simplemente obliga a retirar los símbolos franquistas, iniciativa dejada a las administraciones, que habrán de "tomar las medidas oportunas para la retirada de objetos o menciones conmemorativas o de exaltación, de la sublevación militar, de la guerra civil y de la represión de la dictadura".

En Santander próximamente quitarán la estatua ecuestre de Franco. En Cáceres aunque aspiramos a la capitalidad cultural del 2016, seguimos, de momento, recibiendo a nuestros visitantes con una Cruz de los Caídos levantada por el dictador en pleno centro, que a estas alturas ya debería haberse retirado de la vía pública, y no para llevarla al cementerio, como algunos querían, que ahora también es de todos.

miércoles, agosto 29, 2007

Ruidos

Puente Ventas M-30




27/08/2007

Eran las 15.30, y yo me dejaba caer en el súbito sopor al que me abandono cada siesta, especialmente de verano, cuando el penetrante sonido de una especie de taladradora me devolvió insistentemente a una obligada vigilia.


No podría trazar una frontera entre el útil y a veces apetecible sonido y el simplemente molesto ruido, y sin embargo todos sabemos cuál es y en qué radica la diferencia que hay que buscar en el propio sujeto que lo percibe. Efectivamente la reacción ante un determinado nivel de decibelios es distinta en un sordo que en una persona que padezca hipercusia. Y en este punto no queda más remedio que acudir a la normativa que marca unos niveles soportables y no considerados como agresivos para quienes estén sometidos a ellos. En nuestro país los aspectos referidos a estos conceptos están desarrollados en la Ley del Ruido.


Pero el problema no es tan sencillo como parece, y así un mismo ruido no molesta igual a las doce del mediodía que en plena hora de siesta, ni perturba del mismo modo si es esporádico o se repite de manera permanente, de ahí la necesidad de determinar unos horarios sobre actividades ruidosas, que si bien no tienen en cuenta al sector de la población, cada día más abundante, que por razones de su trabajo duerme a deshora, procuran responder a las necesidades de descanso más comunes.


HACE UNOS días leíamos en estas mismas páginas las declaraciones del presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara , sobre su intención de transferir a los consistorios las competencias sobre actividades molestas nocivas y peligrosas, al objeto de dotar de mayor protagonismo a los ayuntamientos. Este es un tema que interesa seriamente al nuevo consistorio cacereño, preocupado por el rechazo popular que ha venido suscitando el estricto horario de cierre de bares y otros establecimientos lúdicos en la ciudad, tema igualmente clave de la campaña electoral en los últimos comicios municipales, y que responde a una de las demandas más repetidas por parte de la gran mayoría de los cacereños, trascendiendo al ámbito de debate previsto oficialmente, el Consejo de Grandes Ciudades.


Y sin embargo ocio y ruido no son necesariamente equivalentes, por más que algunos insistan en mezclar los términos con fines claramente políticos. Entiendo que ruido es lo que hacen algunos niñatos con el tubo de escape preparado de sus motos, lo que se oye cuando te tiran el edificio de al lado para edificar, lo que suena cuando a una empresa le permiten practicar publicidad, desde el megáfono de un coche, o el jaleo que media docena de borrachos maleducados pueden llegar a ocasionar, en medio del silencio de la noche, cuando su equipo de fútbol gana la liga.


Yo nunca me tomaría a broma el problema del ruido, sobre todo sabiendo, que en España, el segundo país más ruidoso del mundo después de Japón, nueve millones de personas soportan niveles inaceptables de ruido y que la saturación acústica en muchas ciudades supera el límite de tolerancia, de 65 decibelios establecido por la OMS.


Personalmente exijo que la normativa sobre ruido se cumpla, quiero que se analice, se amplíe y se vigile, pero teniendo en cuenta que el 80% de los ruidos proviene de los vehículos de motor, el 10% de las industrias y sólo el resto de ferrocarriles, bares, locales públicos y talleres, me parece que intentar solucionar la situación limitando el horario de cierre de bares y otros locales lúdicos es una medida simplista y más política que efectiva.


Semejantes soluciones sólo sirven para acallar unas cuantas conciencias, arruinar a unos cuantos empresarios hosteleros, reventar el atractivo turístico del lugar y quitarles a muchos las ganas de quedarse y hasta de venir a vivir a nuestra ciudad. Y como francamente tampoco creo que se trate de penalizar a los ciudadanos que queremos disfrutar de la noche cacereña sin molestar a nadie, espero que brevemente se replanteen, sin mezclar churras con merinas, los problemas del ocio, del horario, y del ruido.


MILAGROSA Carrero
*Profesora de Secundaria

miércoles, agosto 15, 2007

Oye una canción (crónica del concierto de Serrat y Sabina)


Extremadura al día
13 ago 2007

comentarios en el periódico
enviar
imprimir
valorar
añade a tu blog


"Perdóname si / hoy busco en la arena/ una luna llena / que arañaba el mar /...Es una carta de amor / que se lleva el viento /pintado en mi voz / a ninguna parte / a ningún buzón..." Las voces de Sabina y Serrat se entremezclaban en el hípico de Cáceres acariciando nuestros oídos. Todos cantábamos a coro, algunos con el pañuelo a mano por si alguna indisciplinada lágrima se obstinaba en celebrar la nostalgia de 30 años de recuerdos.

Desde que la primera nota rompió el alborotado murmullo de la noche empezamos a olvidar la hora larga de caravana que nos condujo hasta el recinto. Nueve mil personas estima el periódico, diez mil según mis estimaciones, y contando esa tercera parte del graderío, reservada a autoridades.

Todos esperábamos el concierto antológico de los dos magníficos poetas, y a las 9 de la noche los accesos al hípico volvían a estar, como en cada feria y en cada evento, colapsados. A eso de las 10 los polvorientos caminos privados que atraviesan los aledaños del ferial comunicándolo con el Nuevo Cáceres parecían, en la distancia, sembrados de minúsculas lucecitas, que no eran otra cosa que más coches intentando acceder campo a través, por, pistas de tierra, más o menos improvisadas.

Por desgracia, la ciudad sigue pendiente de que se solucione el incomprensible problema de los accesos al ferial, cuestión que como todas podríamos traducir a términos económicos, y que se aliviaría ensanchando la insuficiente veredita que, a partir de la rotonda, da entrada al recinto

Y con la vieja sensación de que todo sigue igual, logramos aparcar el coche en medio de un descampado, que nos viene haciendo las veces de parking. Llegado a ese punto descubrimos que la cola a la entrada principal llegaba poco menos que --exagerando lo indispensable para que se me entienda-- a la estación de autobuses, por lo que armándonos de valor nos plantamos a esperar otra hora larga para acercarnos, muy lentamente a la puerta, que abrió demasiado tarde, por alguna incomprensible falta de previsión, causando en el pueblo llano y soberano ligeros síntomas de desesperación y el agravamiento de hemorroides, varices, y otras dolencias. Mientras tanto, y gracias a que el concierto estaba organizado por el Comisariado del Centenario de Guadalupe, numerosos invitados entraban cómodamente por una puerta lateral al graderío de autoridades, y que venía a corresponder a una cuarta parte del total de asientos.
Por fin, con la extraña sensación de ser de los pocos que han pagado, y una cerveza en una mano, me mezclo con la cálida muchedumbre, e intento borrar de mi mente la más sórdida imagen de la noche, la alambrada que, como no recuerdo ni en los peores tiempos del franquismo, separaba las gradas de los invitados de las del resto del pueblo, imagino que por una cuestión de seguridad, pero perfectamente justificable, cuando se trata de asegurarse la comodidad de unos asiento con buenas vistas, que solo van a ser disfrutados por una mínima parte de los asistentes.

Y entonces, cuando empiezan a compartirse vasos de plástico, cigarrillos y otras drogas blandas, salen los dos ´monstruos´. Sabina está recuperado, casi guapo, diría yo, y alguna neurona dormida se activa en mi mente transportándome a momentos vividos y soñados a lo largo de los 30 últimos años, y siempre con esa misma música de fondo, y los bellos poemas, un poco nuestros, de sus canciones:
"Partiré de viaje enseguida /a vivir otras vidas, /a probarme otros nombres, /a colarme en el traje y la piel / de todos los hombres /que nunca seré".

Entre pucheros acompañamos con nuestras voces cada tema con entrega, y regresamos, con la miel en la boca, en busca de esa copa entre amigos que culmina una noche especial. Lamentablemente los bares, respetando el estricto horario, ya no servían, y volvimos a casa entre turistas que sorprendidos comentaban: "Qué pena de Cáceres, ¿quien la ha visto y quien la ve", y canturreaban:

"De par en par he abierto los balcones, / he sacudido el polvo a todos los rincones / de mi alma. / Me he dicho que la vida no es un valle / de lágrimas- y he salido a la calle / como un explorador. / He vuelto a tropezar con el pasado/ y he pedido, en el bar de mis pecados, / otra copa de ron. / Y en otros ojos me olvidé de tu mirada / y en otros labios despisté a la madrugada / y en otro pelo / me curé del desconsuelo / que empapaba mi almohada".