domingo, diciembre 30, 2007

¿Democracia?

Este año, como los bisiestos, se cierra un ciclo de cuatro y se abre un periodo de cambios tras una legislatura en la que las urnas devolvieron el poder al PSOE.
Todo ello forma parte de la dinámica propia del sistema político al que llamamos democracia y que consiste en hacer que los ciudadanos mayores de edad depositen su papeleta en la consabida urna, convencidos de que eligen a los políticos que gestionarán sus vidas, si bien todos sabemos lo insignificantes que estos pueden llegar a ser frente a las poderosas presiones impuestas por los grandes intereses económicos, verdaderos artífices de tantos cambios históricos.

Y aun así a todos nos gusta pensar que nuestro voto equivale a opinar, y con ese empeño la mayoría, en alguna ocasión, nos hemos embarcado ilusionados en la tarea de hacer campaña por un determinado grupo. Pero votar es una cosa e intervenir en la toma de decisiones otra muy distinta, y tarde o temprano la gente acaba dándose cuenta de que la mayor parte de los electores jamás tendrán la más mínima posibilidad de ser elegidos, de que los partidos mayoritarios no son más que poderosas maquinarias electorales carentes de cauces de participación efectivos para los militantes, una especie de mega-empresas de contratación cuyas inversiones se centran básicamente en influir sobre el voto, de que los mensajes que llegan al ciudadano depende de la capacidad publicitaria y mediática de los distintos partidos, y por tanto de su poder económico, quedando todo reducido a una mera cuestión económica y de las estridencias de una ley electoral que, por más que pretenda combinar los principios de proporcionalidad y de territorialidad, beneficia a los dos grandes partidos mayoritarios en perjuicio de los pequeños.

Y a medida que se acerca la campaña, la palabra democracia , que tanto sentido tuvo para los que, artífices del cambio, tuvieron, en su día, que superar el lastre de una dictadura de 40 años, parece vaciarse de contenido y hasta suena fraudulenta, y aquella frase de "la soberanía reside en el pueblo" produce una nostálgica ternura incapaz de borrar una escéptica e irónica sonrisa de nuestra boca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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