El devastador avance del sistema nos atosiga con nuevos cambios legislativos y
recortes en Sanidad, educación, pensiones, dependencia,
municipios...provocando una contestación en la calle que apenas puede ser
disimulada por los medios de comunicación convencionales, la mayoría, si no
todos en las mismas manos que aplican las "reformas". Hemos asistido
a un masivo seguimiento a la propuesta de jornada de protesta y huelga en
educación, y cada día asistimos a mareas ciudadanas como la madrileña contra la
privatización de la gestión hospitalaria ...etc. Sin embargo los hachazos
continúan y hasta en lo ideológico perdemos la batalla (la religión en la
escuela y con nota, repenalización del aborto, ect), sin que la
contestación sea suficiente para frenarlos.
Con seis millones de parados y unos niveles alarmantes de pobreza, en un
país sin cobertura social, hay que esperar que pronto nos veamos, si es que ya
no está sucediendo, quitándonos los mendrugos del pato, y denunciándonos
mutuamente ante el "santo oficio".
Previamente, con una vulgar pero efectiva estrategia de desacreditación de
su imagen, se ha creado un estado de opinión que inutiliza a los sindicatos, y
a los partidos políticos, todos incluidos, únicas estructuras existentes hasta
ahora con capacidad para articular una lucha organizada.
Mientras tanto la izquierda, y a pesar del vertiginoso aumento de la
intención de voto, permanece desgraciadamente desunida, perdida en luchas
intestinas, sectores, divisiones internas, y guerras secesionistas de quítate
tú para que me ponga yo.
En medio de todo esto, y a pesar de nuestros fracasos, de nuestras
discrepancias estratégicas, y de nuestro desaliento no podemos por vencidos, y
solo unidos podemos cambiar el sistema. Pero una masa unida detrás de una
pelota de fútbol o del carro de la “Macarena”, es manipulable, frágil, e
incapaz de hacer tomar las riendas del destino.
Yo estoy absolutamente convencida de que en estos momentos hay que
rebelarse radicalmente, pero también aprovechando todas las herramientas, como
son las organizaciones con las que ya contamos, aglutinándonos en torno a
ellas, e intentando evitar la atomización que nos destruye, a pesar de los
pesares, y por encima de las previsiones de quienes intentan dividirnos para
vencernos.