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martes, mayo 08, 2007

Turquía entre dos mundos

04/05/2007

Este país, cuya democracia data de 1923, miembro de las Naciones Unidas, de la OTAN, de la OCDE, y del Consejo de Europa, y que aspira a formar parte de la Unión Europea, no parece dispuesto a dejar que sea arrollado el principio de Estado laico, sobre el que se asienta su Constitución.

Tras la crisis de Gobierno desatada por el fracaso del islamista Abdulá Gül , en su intento de alcanzar el respaldo parlamentario, el temor a una creciente islamización del Estado ha sacado al pueblo a la calle, mientras sus representantes, ahora en la oposición, han recurrido al Tribunal Constitucional utilizando todos los recursos legales a su alcance, para que no se fuerce una investidura del islamista, que de hecho no ha conseguido la mayoría de dos tercios de la Cámara que la ley exige.

Más taxativo ha sido el ejército que, posicionándose con el sector pro-OTAN que ampara y defiende la laicidad del Estado, ha dicho que intervendrá "si se vulneran los principios constitucionales que marcan una clara separación entre religión y Estado".

ESTE ES el resultado de unas elecciones democráticas en un país libre, y entrecomillo el término democráticas porque no sería la primera vez que en unos comicios teóricamente democráticos hubiera alcanzado el poder un partido radical que impusiera prácticas absolutamente antidemocráticas, y acabara con la igualdad y las libertades. De ahí la importancia de una buena ley de partidos que impida la participación electoral a aquellos grupos que no acepten el sistema, a pesar de que su aplicación, aunque lo parezca a posteriori, no sea nada sencilla, y aun menos, cuando la mitad del electorado pertenece a este colectivo.

Turquía se agita entre dos aguas, las de Europa y las del mundo islámico. Mientras los grandes capitales del país respaldados por el grueso de los campesinos, aferrados a la tradición, apoyan el regreso de un Estado islamista, la otra mitad de la población, funcionarios, militares y la gran clase media, defienden desesperadamente la laicidad del Estado.

Para Europa Turquía es el dique de contención de un integrismo islámico, incompatible con nuestros planteamientos de igualdad, y de separación de los poderes civil y religioso en que nos basamos, pero es también su principal socio comercial.

Una islamización del Estado, alejaría a Turquía definitivamente de los principios sobre los que asentamos el estado democrático, y daría, en cualquier caso, al traste con sus posibilidades de integración en la Unión Europea, cuyos indudablemente simbióticos beneficios derivados quedarían bloqueados.

Me comentaba un amigo la emoción que le causaba el desesperado clamor de la mitad laicista de la población turca ante el riesgo de perder su sistema de libertades, toda una lección de lucha por la democracia a los adormecidos, en su bienestar, pueblos de Europa. Una emoción que yo, sin despreciar el impacto económico de una posible involución turca, también comparto.

Pero si una cosa tengo clara es que Europa tiene que apoyar incondicionalmente a los hombres y mujeres de Turquía que hoy defienden su Carta Magna.

No podría permanecer, aunque quisiera, indiferente ante estos cambios. Una mezcla de tristeza, de admiración y de miedo me aproxima a estos turcos, hombres y mujeres, que son ya parte de Europa, y especialmente a estas últimas, para cuyos derechos espero todo el apoyo internacional que se merecen, que se están ganando, y que su dignidad humana les confiere.

martes, marzo 27, 2007

Demócratas hasta cierto punto

Bombardeo Político

Milagrosa Carrero

Vivir en un estado de derecho requiere un diario ejercicio de aceptación de las decisiones tomadas por el poder civil, en el contexto del marco legal vigente. Esto significa que, aún cuando el resultado electoral no nos guste, sigue siendo la opción de la mayoría y por tanto hay que asumirlo, significa que cuando un preso cumple su condena, no tiene que volver a responder una segunda vez por los delitos que lo llevaron a la cárcel, y significa que aunque alguien no esté de acuerdo, con la postura de un fiscal, e independientemente de que nos guste más o menos, hay que aceptar su determinación porque no hace más que ejercer las funciones que les son propias.Convivimos al amparo de unas leyes democráticas, normativas más o menos justas, y con las que no siempre estamos de acuerdo, pero que han sido promulgadas ateniéndose a los procedimientos legales establecidos, y que se basan necesariamente en un criterio ideológico compartido mayoritariamente, leyes que nos protegen de las arbitrariedades de los poderosos, y de los grandes capitales, leyes que establecen una serie de derechos comunes, y ciertas obligaciones iguales para todos. La leyes son la única protección con que contamos los ciudadanos, frente a "la ley de la selva" o, lo que es casi lo mismo, a las agresivas "leyes" del mercado.

Nos apoyamos en unas estructuras definidas, y nadie desconoce la separación de los tres poderes, el legislativo, el ejecutivo y el judicial.

Y sin embargo, estas realidades parecen escapársele al Sr. Angel Acebes, secretario general del PP, cuando asegura, incapaz de acatar las decisiones de los jueces sobre de Juana, o del fiscal sobre Arnaldo Otegui, que el Gobierno ha sobornado a ETA, declaración nada sorprendente de quien ha sido incapaz de aceptar el resultado de las últimas elecciones, y sigue a estas alturas batallando para que el sangriento atentado del 11 M, deje de ser considerado por la gente como una consecuencia directa de la política intervencionista del gobierno de José María Aznar, en la guerra de Irak, organizando sobre él todo el ruido informativo, y la confunsión posible, a pesar de que el concienzudo y detallado análisis de los hechos desarrollado en el procedimiento judicial, no deja lugar a la más mínima sombra de dudas.

Del "Sábado", día sagrado para los judíos, llevo vista su consagración a cosas muy diferentes. Siendo muy niña, las monjitas del colegio nos obligaban a asistir a la "sabatina" rezo sin liturgia que debe remontarse a los orígenes judíos del cristianismo, supongo. Pude que ya entonces, conociera el popular refrán de "sábado sabadete, camisa nueva y polvete", propio de la España rural de los sesenta, sin agua corriente, y sin cuartos de baño para ducharse a diario.

Ahora se ha impuesto la moda de la manifestación sabática del PP, utilizando, a diestro y siniestro, las más variopintas cuestiones, juntas y por separado, para protestar, otro espacio donde atacar, con terrible esfuerzo por parte de los líderes populares, a la mayoría en el poder, y me refiero, no solo al PSOE, si no a todos los partidos que lo han apoyado en su política, de la que sólo el PP ha querido desmarcarse. Estamos asistiendo a un desesperado intento , como si en política todo valiera, por desgastar al gobierno, arriesgando incluso el proceso de paz.

Lo último, ahora, es su oposición a que Batasuna retome los cauces democráticos, rechazando el terrorismo, único camino a la solución real del llamado "conflicto Vasco", y justo lo que hemos estado esperando desde hace muchos años todos los españoles, llámense catalanes, vascos o extremeños.
150.000 votos no son mucho en el conjunto del estado, pero 150.000 personas apoyando a un grupo cuyo único cauce posible es la violencia, es incompatible cuando menos, con la paz.

Los que apostamos por el sistema democrático entendemos que, una vez Batasuna haya cumplido con los requisitos legales exigidos por la ley de partidos, podrá y deberá presentarse a las siguientes elecciones, que espero sean las próximas. Las leyes son para todos y los que no entiendan ésto, pretenderán llamarse demócratas, pero lo son, si eso es posible, solo hasta cierto punto.