Con mítines, entrevistas, inauguraciones, fotografías, o reuniones, los candidatos han llenado durante 15 días los espacios, y no me refiero solo a los periódicos, la radio y la televisión, sino también a los físicos, desde las calles de los barrios, hasta las sedes de asociaciones, colegios profesionales, y demás colectivos, que han tenido que superar un maratón de visitas de los políticos y aspirantes, de cada uno de los hasta 3.099 partidos inscritos actualmente en el registro, no todos, por fortuna, en los mismos lugares.Y hablando de medios y de espacios, la estrella ha sido el ciber-espacio, abarrotado de periódicos digitales, web, foros, chats y blogs políticos, donde particulares, candidatos y grupos, has vertido sus opiniones, críticas, programas, comentarios, artículos, y réplicas, todo ello hasta la saturación.
Al final de la campaña mucha gente está harta de no ver ni oír en las noticias más que referencias a los últimos actos de la campaña, de toparse cada vez que abren un periódico con encuestas y resultados de encuestas, de escuchar "promesas", de ver fotos de políticos sonrientes besando a los niños o abrazando al ciudadano de a pié, etcetera.
En otro escalón de la participación, y aun más cansados, están esos miles de ciudadanos, que de manera totalmente altruista y a sabiendas de que su esfuerzo pasará desapercibido, colaboran en las campañas de los diferentes partidos políticos, lo mismo pegando carteles, que rellenando sobres, repartiendo publicidad, o posteando en sus blogs para favorecer a sus candidatos. Porque aunque parezca mentira, y a estas alturas, todavía se cuentan por decenas los militantes y simpatizantes de las diferentes opciones políticas que dedican su tiempo libre en hacer campaña desinteresadamente, a pesar del asociado gasto en móvil, en gasolina, comidas, cenas, tapéo y varios.
Pero el más implicado en las campañas, y con más motivos para estar extenuado es el político, al que sin duda le toca el papel "del malo de la película". Contra el político, no existe la piedad. Es despreciado, descalificado, insultado incluso, con una ligereza desaprensiva. De los políticos se suelen hacer juicios de valor, generalizando a partir de casos puntuales, siempre inmorales, y que nada tienen que ver con la mayoría, se machaca la imagen de cualquier persona que se meta en política, por muy honrada que sea. Y aunque desconozco la razón me consta que muchos piensan que al político se le paga para aguantar "lo que le"echen", ofensas incluidas.¡Pobres políticos que acabando la campaña andan con la voz rota, de un lado para otro, y sin tiempo para la pareja, ni para los hijos, ni para hacer la media hora de ejercicio que requiere una visa sana, y no me atrevo a imaginar si para comer y dormir como es debido, mientras encajan estoicamente los golpes de "contienda" de "ciertos" contrarios y de algunos desaprensivos!.
Y sin embargo el político es tan víctima como el votante, de un sistema con ritos desproporcionados, que como "las rebajas", las actuales fiestas navideñas, o San Valentín, se desarrollan en procedimientos globalizados de consumo, prácticas generalizadas en todos los países desarrollados, marcadas un estilo consumistas, valga la redundancia, propio del mundo en el que nos movemos.
Y a quien le pueda parecer que los políticos son sádicos que se deleitan en torturar a los votantes con sus insistentes mensajes, o "masocas" que disfrutan dejándose la piel en las campañas le pediría "compasión" o una pizca de sentido crítico, que ayuda mucho a que los juicios sean, lo que venimos llamando, de sentido común, porque esos políticos que hoy se ven obligados a utilizar los recursos del mercado, para vender su "producto" con las más sofisticadas técnicas del "márqueting" serán su tabla de salvación en las siempre arrolladoras economía de mercado que nos intenta arrastrar.Y dicho esto, me sumo al sentir general de las sufridas masas y no me voy sin alegrarme de que, por fin, acabe la prueba, tan harta como todos de campaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario