sábado, octubre 22, 2005

EDICIÓN IMPRESA
TRIBUNA EXTREMEÑA
La supervivencia y la pareja
MILAGROSA CARRERO SÁNCHEZ/
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http://servicios.hoy.es/pg050816/prensa/noticias/Articulos_Opinion/200508/16/HOY-OPI-152.html



CUANDO hablo aquí de pareja no me estoy refiriendo a la de la Guardia Civil de tráfico, me refiero a la peculiar forma de organizar la vida en determinadas sociedades, como es la de nuestro mundo occidental, basada en la convivencia de un hombre y una mujer, es decir, de un macho y una hembra de la especie humana, por un tiempo lo suficientemente prolongado como para asegurarse la crianza de la prole.

En sociedades como la islámica, sin embargo, la familia no tenía por qué organizarse en torno a una pareja. Siempre estaba aceptada la posibilidad de la poligamia, que como todos sabemos permitía la convivencia de un hombre con varias mujeres, a las que garantizaba su propio mantenimiento y protección, y el de su prole.

Ambas formas de organizarse, amparadas normalmente en criterios religiosos, responden a necesidades distintas de supervivencia, y aparecen en momentos diferentes, y en lugares del mundo incomparables. Se trata básicamente de asegurarse la supervivencia de los propios genes, garantizando a su vez la de la especie.

Las formas de relación que la naturaleza presenta en sus variadas especies animales y vegetales a este fin son muchas y variadas. Encontramos especies en que machos y hembras se agrupan por separado hasta la época de celo, animales que forman parejas estables, y otros que se emparejan el periodo justo para sacar adelante a los cachorros. Hay comunidades que se hacinan y procrean en la promiscuidad más caótica, como los peces, y otras, como las hormigas, en que una única hembra monopoliza el semen de todos los machos del hormiguero.

Nuestra institución

Por supuesto que cada cosa tiene sus ventajas para el fin que se propone, pero concentrémonos en el caso de nuestra asumida pareja, esa institución que ha sido la base de nuestra familia tradicional, y que exigía a los cónyuges fidelidad hasta que la muerte los separase. Desde luego, que desde el punto de vista sanitario, y antes de existir los preservativos, la ventaja de la pareja estable, resulta evidente, y a nadie se le escapa, que impide la propagación de enfermedades de trasmisión sexual. Ahora, con la popularización de los condones, es distinto: basta una buena educación, para que esta medida profiláctica resulte innecesaria.

Todo esto se me ocurre a cuento de la cantidad de familias atípicas que se dan hoy, en nuestra sociedad, y digo atípicas a las que no se basan en la unión de un hombre y una mujer hasta que la muerte los separe, y aquí incluyo a los solteros que se independizan, a los hombres y mujeres que procrean, o copulan con más de una pareja a lo largo de sus vidas, a los gays, a las lesbianas, a los y las promiscuos/as, es decir... a prácticamente todo el mundo que conozco.

El cambio es inevitable. Hay muchos intereses en juego, y otros que han dejado de jugar. Hubo un tiempo en que la estructura era casi inamovible, el hombre, representante de la fuerza protectora de la familia, aportaba los recursos, y a cambio se aseguraba el monopolio de la mujer, que a su vez recibía la garantía de protección y manutención para su prole. Los niños, se criaban y educaban en el seno de la estructura familiar, donde también recibían acogida los ancianos y enfermos. Los servicios públicos como escuelas, guarderías, actividades extraescolares, asilos, hospitales, policía, o el sistema judicial brillaban por su ausencia. La sociedad, que no ofrecía ninguna protección ni ayuda a las mujeres para sacar adelante a sus hijos, basaba en la figura materna sus cimientos. La mujer asumía el cuidado de niños, ancianos, enfermos, tareas del hogar, etc... era una mujer que tampoco trabajaba fuera de casa, y por tanto carecía de recursos económicos, una pieza vital del engranaje, a la que no le quedaba más remedio que aguantarse con esa pareja estable de por vida, que, por otra parte, como ahora se está viendo, no siempre carecía de fecha de caducidad. Por su parte, el hombre, como rey de la creación que se creía, tenía libertad para moverse sin ataduras, una vez cumplida su tarea de llenar la despensa. Todos callaban cuando él hablaba, y su palabra era, en cualquier caso, la última. Como administrador del dinero, nadie le discutía su derecho al esparcimiento, es más, a nadie tenía que rendir cuentas de sus actos, de ahí su ventaja biológica, con respecto a la mujer, a la hora de recontar el fruto de sus semillas, que en muchas ocasiones, volaba hacia otros úteros extramatrimoniales.

Los gastos

Esas parejas eternas, no eran ninguna panacea, se limitaban a mantener atadas dos vidas paralelas, con un patrimonio común, que sólo se unían al efecto de proteger sus intereses. ¿Pero sigue interesando ahora mantener esa estructura?

Nadie ni nada ha hecho más en estos últimos años por mantener estable la estructura de la pareja que la especulación inmobiliaria. ¿Buenas están las hipotecas como para intentar pagarlas con un sueldo y salir airoso del intento!. ¿Y que me cuentan de los gastos que supone sacar adelante a los hijos: recibo del agua, de la luz, del gas, de la línea ADSL, de los móviles, del crédito del coche, seguro del coches y de la vivienda, gastos de contribución, gimnasios, escuelas de música, clases particulares de inglés, y esa interminable lista de necesidades aparecidas en las últimas décadas, como videos, cámaras de fotos, etc...sin las que nos es imprescindible vivir; Ésto sin hablar de cómo se ha puesto el precio de las verduras, y de la velocidad con que las sucesivas modas nos obligan a renovar el armario, y el zapatero, multiplicado todo ello por el número de hijos más la pareja, que vienen a hacer un total, de todo esto y más, por cuatro.

Si entramos ya en el 'trajín' que se gastan los padres de ahora, cada tarde, en 'ires' y 'venires', 'que si a danza, que si a natación', ya me dirán quien es el/la valiente que se atreve a solas, y con un único sueldo a adentrarse en selva en que hemos convertido la aventura de ser padres, y de sacar para adelante a unos hijos, que de lo único que carecen, es de tiempo, pero que pueden empapelar las paredes de su cuarto, con sus diplomas antes de alcanzar la pubertad.

¿Alguien puede llegar a imaginarse las ganas, la energía, y el dinero que les quedan a ese padre, y a esa madre, llegando a fin de mes, para plantearse, si quiera, salir 'de marcha'? Mucho más fácil, aguantar el bodrio de programación del sábado, en casa, con tu pareja de siempre, que está tan reventada como tú, y esperar, si con un poco de suerte, los hijos, se duerman, por una vez temprano.

Cierto que la pareja ya no es vitalicia, en nuestro entorno, como es cierto que actualmente gozamos de libertad sexual tanto para dinamizar nuestra herencia genética, como para no morirnos con las ganas de comparar. Verdad que se empiezan a verse, con relativa frecuencia, otros tipos de planteamientos de vida, muchos solteros, bastantes divorciados, o incluso quien intenta mantener su pareja con ayuda de un tercero, un cuarto, o un quinto, pero hasta la fecha, en nuestro mundo, aunque distinta, la pareja sigue siendo la forma de sobrevivir por excelencia, y si no, que se lo digan a 'Juan Imedio'.

MILAGROSA CARRERO SÁNCHEZ es profesora de secundaria en Cáceres

Este artículo ha sido publicado en el diario Hoy, y en el Periódico Extremadura.

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